Época: Bliztkrieg
Inicio: Año 1934
Fin: Año 1939

Antecedente:
El expansionismo nazi: Austria y Checoslovaquia

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

El 5 de mayo, el Gobierno polaco acepta la construcción de la carretera, pero se niega a concederle el estatuto pedido y rechaza la anexión de Danzig al Reich alemán.
A partir de este momento se desarrolla una guerra de nervios en la que se mezclan las amenazas alemanas, la decisión polaca de resistir y el estímulo franco-británico para que lo haga. La guerra de nervios termina con un golpe teatral: la conclusión, el 23 de agosto, del pacto germano-soviético.

La falta de publicación de la documentación soviética nos impide conocer bien los móviles de Stalin cuando analizamos la marcha de los acontecimientos: a pesar de la sustitución de Litvinov por Molotov, la Unión Soviética continúa las negociaciones con Francia y Gran Bretaña, que tan penosamente comenzaron en abril.

Durante los meses de junio, julio y agosto, la negativa polaca a permitir el paso del Ejército Rojo por su territorio paraliza las conversaciones, que quedan en suspenso el 21 de agosto. Pero a comienzos de junio llega a Moscú la oferta alemana de un pacto de no agresión.

En agosto se activan las negociaciones y el mismo día 21 las agencias de prensa de los dos países anuncian la inminencia de su firma. Finalmente, el día 23 se concluye el acuerdo público -compromiso de no agresión- y el secreto -el reparto de Polonia entre los dos firmantes y la extensión de la influencia soviética por territorios que había perdido en 1918-.

Los móviles alemanes están muy claros: se trata de evitar la consolidación del acercamiento de la Unión Soviética al bloque franco-británico, colocando a éste en una situación que, a lo mejor, le hacía desistir de su apoyo a Polonia.

Sin duda, el acuerdo es ventajoso para Alemania, a pesar de que vuelve a poner en contacto sus fronteras con las de Rusia y a pesar de que su firma podía desconcertar a los militantes nazis al apartarse de los planes esbozados en Mein Kampf.

También para la Unión Soviética es un acuerdo ventajoso, al permitirle recuperar Finlandia, Letonia, Estonia, Polonia oriental y Besarabia; el bloque franco-británico no le hubiera concedido tanto por su apoyo.

Al margen de la responsabilidad soviética al firmar el pacto, es evidente que las noticias de su negociación no inducen a Francia y Gran Bretaña a apresurar su alianza con la Unión Soviética. Por su parte, el Gobierno polaco, a pesar de conocer los riesgos a los que se enfrenta, piensa que es preferible sucumbir ante Alemania que dejar entrar como amigos a los rusos; sin embargo, este Gobierno no tiene en cuenta la eventualidad de que se yuxtapongan las dos dominaciones, la alemana y la rusa.

La conclusión del pacto germano-soviético despeja definitivamente el camino hacia la guerra; el día 22, el día antes de concluirlo, Hitler declara a sus generales que la guerra contra Polonia comenzará seguramente el 26 de agosto.

Sin embargo, la decisión del Gobierno francés de sostener a Polonia, la declaración italiana de que no podrá entrar en la guerra hasta 1942 ó 1943 y, sobre todo, la firma, el día 25, de un tratado de alianza anglo-polaca, provocan en Berlín un movimiento de retroceso y, en la tarde del 25, Hitler anula la ofensiva fijada para el día 26.

A partir de entonces se desarrolla un último intento de negociación anglo-alemana a través de dos conductos: el embajador inglés en Berlín, Henderson, y la acción de un ingeniero sueco llamado Dahlerus.

Hitler intenta, en vano, conseguir la promesa de la neutralidad británica mientras Chamberlain admite que las cuestiones de Danzig y del pasillo polaco sean objeto de negociación siempre que, acto seguido, Alemania garantice internacionalmente las fronteras de Polonia abandonando la conquista de nuevos territorios.

Hitler, que no desea la negociación, se limita a poner dificultades formulando exigencias que el Gobierno polaco no está dispuesto a aceptar. Finalmente, el Gobierno alemán anuncia la ruptura de las negociaciones y el día 1 de septiembre su Ejército entra en el territorio polaco; dos días después, los Gobiernos de Francia y Gran Bretaña declaran la guerra al Reich alemán.